Se encontraba en una noche nublada,
caminando por el vacío perpetuo de la soledad inminente de cada
paso, soñando despierto con aquel día que su vida había cambiado
por completo, se sentía la tensión en el aire, tan frío como las
madrugadas de invierno que invaden cada poro de nuestro cuerpo
robándonos poco a poco nuestra esencia vital, las calles que ahora
pisaba eran hasta ese momento un camino lleno de pétalos de los que
ahora simplemente les llamamos recuerdos, él sabía que se
encaminaba al peligro, sin embargo, decidido a enfrentarse a la
obscuridad creciente de las criaturas que habitan en ese plano de
espacio-tiempo específico, seguía su recorrer con tal determinación
que podría poner a temblar hasta al hombre más fuerte de éste
planeta, decidido a encontrar las respuestas a las interrogantes que
le habían interpuesto la línea entre lo real y lo irreal, lo cual
ya no definía el proceder de nuestro personaje, quien sabiendo que
su pasado, presente y futuro podrían ser sencillamente parte de una
línea de cuanticidad.
De pronto, se lograba interpretar a lo
lejos, justo al filo en el que termina la avenida solitaria y escasa
de nuestra vista, una silueta alta y obscura, con una forma que
apenas podría interpretarse como humana, viéndonos fijamente,
sabiendo hacia dónde nos dirigíamos y nuestro propósito y se
encontraba allí consecuentemente con el suyo, evitar que sigamos
adelante.
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